En estos tiempos de oquedad, de oscuridad iluminada,
de distracción a perpetuidad, de imbecilidad tan programada. Aunque no encuentres la voz, aunque te paguen con platos
de arroz,
aunque te asustes y puedas caer, la dignidad no se pierde sabés.
No estás aquí para pasar sin que te vean. Si ser lo mismo es virtud, vos sabés bien que también es quietud,
si anda rondando la felicidad no tengas tanto temor de cambiar.
No sos un mueble en un rincón, o solo un número en un legajo.
Te quiero oír respirar, quiero abrazarte y sentirte vibrar,
no hay que viajar a otra dimensión,
para escuchar lo que suena mejor dentro tuyo.
Tanta soledad, todos conectados.

No hay comentarios:
Publicar un comentario