Vivíamos el cándido espejismo.
Ingenuos, devorábamos sumisas ilusiones, creadas para nuestras inventadas y justas necesidades. Pero era un eco tenue, muy lejano, algo difuso.
La realidad termina donde acaba el espejismo.
Contentos con el miedo y endeudados, nos dormimos mientras otros trazaban el futuro.
Pero a veces sueño con romper el muro, el espejismo.
El mundo duele menos si te miro.
A veces dudo de estar cuerdo, más aún, de estar vivo.
Intuyo que más allá del espejismo, más allá de este único camino, existen nuevos paisajes, futuro escondido, tantas cosas por nombrar, tantas por hacer, todas contigo.
Ya no dudo: no estoy cuerdo, más aún, estoy vivo.
Tras la tormenta queda reinventar el mundo, aunque haya quien hoy quiera levantar otro espejismo.
La realidad termina donde acaban nuestros sueños, pues vivimos.
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