Vivíamos el cándido espejismo.
Ingenuos, devorábamos sumisos ilusiones creadas para nuestras inventadas y justas necesidades.
Y entre anuncios que nos recordaban que éramos felices, un disparo de realidad
hablaba de explosiones, de tormentas, de la guerra y del hambre.
Pero era un eco tenue, muy lejano, algo difuso.
La realidad termina donde acaba el espejismo.
Contentos con el miedo y endeudados, nos dormimos
mientras otros trazaban el futuro.
Pero a veces sueño con romper el muro, el espejismo.
El mundo duele menos si te miro.
A veces dudo de estar cuerda, más aún, de estar viva.
Intuyo que más allá del espejismo, más allá de este único camino, existen nuevos paisajes, futuro escondido, tantas cosas por nombrar, tantas por hacer, todas contigo.
La realidad termina donde acaban nuestros sueños,
pues vivimos.
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