miércoles, 8 de abril de 2009

A veces alguien te rompe un sueño,
a veces la pena te deja sin respira­ción,
a veces en la oscuridad te pones a bailar con un recuerdo,
a veces tienes miedo,

pero te inventas un abrazo.














Estatua de sal.

Estatua de llanto cristalizado.

Estatua desolada, arrodillada, trágica.

Estatua de una mujer sin nombre que no quiso marcharse, que quería quedarse, que jamás se hubiera ido, porque cuando se ama no se buscan lugares que queden lejos del alma, de lo vivido, de lo que nos pertenece por derecho de ojeras compartidas, de lágrimas quemando la punta de la lengua, de pala­bras susurradas al oído.

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